El motivo de la reapertura es que el foro sirva de escaparate para mostraros todos los progresos que voy haciendo. Pese a la ausencia de noticias, todavía algunos seguís preguntando (Santiago Acha ha sido el último) si Head over Heels murió o sigue vivo. ¡Pues sigo vivo, oiga!
En el verano de 2003, poco después de actualizar por última vez la página web, monté mi propio negocio que me tuvo ocupado sin respiro alguno durante dos años. La experiencia fue más bien amarga pero todo tiene su parte positiva. A mediados de 2005 volví a trabajar por cuenta ajena y entonces, con tiempo libre de nuevo, decidí retomar el juego. En todo este tiempo rehice el motor isométrico tomando como base Isomot -el motor de ese genio llamado Ignacio Pérez-Gil-. Ahora los objetos ya proyectan sombras y hay luces por las salas. El motor lo acabé hace seis meses, si bien no tengo hecho el mapa y falta depurarlo bastante. Pero había otro obstáculo que salvar: los gráficos.
Sabéis que el grafista es Davit Masià -otro crack- pero Davit no daba abasto entre sus estudios y los trabajos profesionales que le iban saliendo. Por tanto, me embarqué yo en la aventura de hacerlos. Dado que soy un completo zoquete para usar el Paint, el GIMP o el Photoshop, tuve que ir a las 3D. Aunque no soy ningún experto, el caso es que soy capaz de hacer modelos decentes. Eso sí, tardo una barbaridad, pero salen cosas potables. Estoy utilizando esa maravilla del software libre llamada Blender. Con modelos 3D, de los que puedo obtener imágenes a cualquier tamaño, la resolución gráfica del juego aumentará a 1024 x 768 píxeles.
Y en estas sigo. Diseña que te diseña. Me quedan aproximadamente la mitad de los modelos por hacer y texturizar la mayoría, pero tengo cosas que enseñaros. Cuando termine la parte gráfica, la integraré con el motor, haré el mapa, la interfaz de usuario y la música (la parte que está más verde) y se acabó. ¿Cuándo? No voy a dar fechas porque, sinceramente, no lo sé. Mi ritmo de trabajo es muy variable, hay semanas que le dedico cinco horas, otras veinte, y algunas, las menos, no hago nada. Depende mucho de la carga de trabajo profesional y diversos aspectos familiares. Desde luego, mi mujer es una santa, otra ya me hubiera mandado a freir morcilla
